Don Héctor Linares, originario del norte de Honduras, abrió su corazón en una entrevista exclusiva con Televicentro.com, donde compartió su historia de migración, esfuerzo y esperanza en medio de un panorama migratorio incierto para los hondureños en Estados Unidos.
Desde hace ocho años, Linares y su esposa María Angélica Duarte, han forjado una vida en Maryland, adonde llegó con el sueño de ofrecerle un futuro mejor a su familia. “Mi experiencia aquí no ha sido fácil.
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Uno llega sin saber inglés, y eso complica los trabajos. Pero gracias a Dios nunca me ha faltado el pan”, contó con humildad y firmeza.
En su primer año en EE.UU., logró llevar consigo a su esposa y a uno de sus hijos menores, mientras que el mayor ya lo acompañaba desde su ingreso por solicitud de asilo.
“Todos tenemos permiso de trabajo y número de seguro social. Eso es una gran bendición”, afirma.

“Mi hijo nació aquí, pero mi corazón sigue en Honduras”
Actualmente, Linares vive en Silver Spring, Maryland, donde asegura que la experiencia migrante ha sido “tranquila” en comparación con otros estados. “Aquí no hay mucho racismo. Uno anda en paz si camina por el buen camino”, resalta.
Sin embargo, los desafíos no han terminado. Las nuevas políticas migratorias impulsadas por Donald Trump han incrementado su nivel de incertidumbre.
“Con las redadas, no dejo de preocuparme. Aquí uno se cuida. Del trabajo a la casa, o al hospital, o a la iglesia”, explica.
Consciente de la fragilidad de su estatus, señala que en septiembre enfrenta una nueva audiencia migratoria que definirá su futuro en el país. “Confío en Dios.
Espero salir bien librado y poder quedarme unos años más. Aquí nació mi niño menor, tiene seis años y es lo más hermoso que me ha pasado.”

“Volveré a Honduras, pero legal”
Pese a haber echado raíces en EE.UU., su corazón sigue latiendo por Honduras. Linares mantiene contacto frecuente con sus hermanos y familiares, aunque la distancia le duele.
“A veces uno desea abrazarlos, compartir, pero es difícil. Mis padres ya no están; están en la gloria de Dios.”
En cuanto al apoyo económico, Héctor es constante. Envía remesas semanales que han permitido construir dos viviendas, una en Villanueva, Cortés y otra en Santa Bárbara, además de un terreno destinado a la ganadería. “Invertimos en nuestro país. Ese es nuestro próximo sueño: tener una finca”, afirma con orgullo.
Opinión sobre las leyes migratorias
Linares es claro al expresar su preocupación por las reformas promovidas por Trump.
“Aquí hay pactos políticos, y eso nos afecta. Mire cuántos hondureños ya perdieron el TPS. Nosotros, los que estamos por asilo, también tememos perderlo. Pero confío en Dios.”
Al preguntarle si consideraría regresar a Honduras, no lo duda. “Sí, claro que quiero regresar. Pero legal. Honduras es hermosa, lo malo es la clase política que nos tiene hundidos.”
Consejos para los que sueñan con emigrar
Consciente de que muchos hondureños aún sueñan con llegar a EE.UU., Héctor hace un llamado realista:
“Hoy no es fácil cruzar. Se necesitan más de 7 mil dólares, y hay quienes venden sus casas. No lo hagan. Aquí adentro tampoco hay mucho trabajo. A los que ya estamos, les digo: inviertan en Honduras. Hagan su casita, que este país tarde o temprano nos corre.”
Con la fe como guía, Héctor Linares sigue luchando cada día, trabajando duro y soñando con un futuro seguro para su familia. Su historia es testimonio de una vida construida a base de sacrificios, resiliencia y esperanza.
