El refugio de vida silvestre Cuero y Salado representa una de las mayores riquezas naturales de Honduras por su biodiversidad, su valor científico y sus paisajes únicos en la costa atlántica.
Dentro de este enclave se encuentra la comunidad de Salado Barra, en el municipio de El Porvenir, Atlántida, donde viven poco más de 100 personas que enfrentan serias carencias sociales, económicas y de acceso a servicios básicos.
La historia de la comunidad cambió de forma drástica cuando la Standard Fruit Company abandonó las plantaciones de coco que operaban en la zona.
Con su salida desaparecieron las principales fuentes de empleo y el sistema de transporte ferroviario que conectaba a Salado Barra con otras comunidades.
Desde entonces, los habitantes subsisten principalmente de la pesca artesanal, el turismo comunitario, la agricultura y la ganadería a pequeña escala, actividades que no garantizan ingresos suficientes ni estabilidad.
La falta de transporte se convirtió en uno de los problemas más urgentes, sobre todo para los niños en edad escolar.
Durante años, estudiantes entre cinco y trece años caminaron entre ocho y diez kilómetros diarios para llegar al único centro educativo, expuestos al sol, la lluvia y el cansancio extremo, muchos de ellos sin desayunar.
Esta realidad afectó la asistencia, el rendimiento académico y provocó deserción escolar, además de generar preocupación constante en las familias.
La burra que cambió el camino a la escuela en Cuero y Salado
Ante esta situación, surgió una solución impulsada por el exsecretario de Educación, Daniel Esponda, junto al personal del Instituto Técnico Honduras.
El proyecto consistió en la creación de una “burra” motorizada, una plataforma de madera adaptada sobre los rieles del antiguo tren, equipada con una motocicleta, techo y asientos.
Este medio de transporte funciona de manera gratuita y segura para los estudiantes y también para personas enfermas que necesitan trasladarse a centros asistenciales.
La iniciativa cambió la rutina de la comunidad. Los niños ahora llegan a clases sin agotamiento, con mayor motivación y mejor asistencia.
Los padres ganaron tranquilidad y tiempo, mientras que los docentes enfrentan menos dificultades para cumplir con su labor.
Aunque la burra representa un alivio importante, los pobladores insisten en que la solución definitiva pasa por la construcción de una nueva vía férrea que permita el desarrollo, el acceso a servicios y el impulso del turismo sin poner en riesgo el área protegida.
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