Las intensas lluvias provocaron un desastre en la comunidad de Las Toreras, municipio de Dolores, Merendón Ocotepeque, dejando más de 40 familias damnificadas.

El fenómeno se presentó de forma repentina con derrumbes y deslizamientos de tierra que arrasaron viviendas y bloquearon caminos. Habitantes narran el momento de terror cuando el cerro comenzó a estremecer y todos intentaban huir sin rumbo.

Quedaron sin acceso a alimentos, sin servicios básicos ni paso hacia otras comunidades y la falta de maquinaria para despejar los caminos complica la ayuda inmediata.

La saturación del suelo, debilitado por lluvias constantes y deforestación, agravó los deslizamientos, situación común en un país montañoso como Honduras.

Lluvias intensas provocan daño en la infraestructura

Expertos señalan que estas emergencias se repiten por la vulnerabilidad del territorio, la ocupación en zonas inestables y la falta de prevención.

A la par, en el municipio de El Progreso, Yoro, comunidades en campos bananeros enfrentan inundaciones por el desbordamiento del río Ulúa.

Más de 75 familias improvisaron refugios tras perder sus casas. La ruptura de bordos y el mal estado de canales de alivio como el Maya, el Campín o el Chamelecón dejaron expuesta a toda la comunidad.

El Valle de Sula enfrenta cada año las mismas tragedias debido a la falta de mantenimiento e inversión pública.

Autoridades han sido incapaces de responder con eficacia ante el colapso de infraestructura que agrava las inundaciones.

Residentes expresan su cansancio y desesperanza por vivir bajo amenaza constante. La falta de una comisión técnica operativa en el Valle de Sula contribuye al abandono institucional.

Piden la reinstalación de una entidad que trabaje con los pobladores, mantenga bordos y canales, y comunique con transparencia los riesgos. Las comunidades demandan acciones urgentes y duraderas, conscientes de que el verdadero peligro no es solo la lluvia, sino la inacción.