A 21 años de uno de los episodios más oscuros de Honduras, la memoria colectiva vuelve a detenerse en una noche que parecía común y terminó en tragedia. Era 23 de diciembre de 2004 y la víspera navideña avanzaba con normalidad en Chamelecón, San Pedro Sula. Trabajadores regresaban a casa cargando compras, cansancio e ilusión, sin imaginar que el trayecto marcaría la historia del país.

Un autobús amarillo, lleno hasta el tope, avanzaba por la entrada del sector Chamelecón cuando el ambiente cambió de forma abrupta.
Al caer la noche, la unidad de la ruta Ebenezer-Centro fue obligada a detenerse en una zona con poca iluminación, rompiendo la calma de quienes solo pensaban en llegar a casa. En cuestión de segundos, el viaje cotidiano se transformó en una escena de horror que aún estremece.

Las detonaciones, los gritos y el caos dejaron una huella imborrable. Dentro del bus quedaron historias truncadas, sueños interrumpidos y familias marcadas para siempre. El país despertó al día siguiente con una noticia que sacudió conciencias y encendió alarmas sobre el nivel de violencia que enfrentaba Honduras.
Caso Ebenezer: la masacre que estremeció a Honduras
La emboscada fue ejecutada con frialdad y precisión por un grupo armado que descendió de un vehículo y abrió fuego sin piedad. Las ráfagas atravesaron el autobús de lado a lado, dejando 28 víctimas mortales, entre ellas mujeres y niños, y más de 20 personas heridas. El mensaje dejado en el lugar convirtió el crimen en un acto de terror.
Las secuelas marcaron a decenas de familias. Una Navidad se convirtió en una jornada de entierros y llanto para muchas familias, mientras algunos de los sobrevivientes se vieron golpeados por años de secuelas físicas y sicológicas.

La magnitud de la masacre generó una reacción inmediata a nivel nacional e internacional. El gobierno ofreció una millonaria recompensa y las autoridades aceleraron las investigaciones bajo una fuerte presión social. Pronto, las indagaciones señalaron a estructuras criminales con capacidad logística y armamento de alto poder.

El proceso judicial identificó a los principales responsables, quienes fueron condenados a largas penas de prisión. Aunque la ley limitó los años efectivos, el caso marcó un precedente histórico.
Dos décadas después, la cruz que permanece en el sitio y los actos conmemorativos cada diciembre recuerdan que el caso Ebenezer no solo fue una tragedia, sino un punto de quiebre en la lucha contra el crimen en Honduras.
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