Esta loable iniciativa se desarrolló en las instalaciones de la Feria del Agricultor y el Artesano en Tegucigalpa, la capital hondureña, con el objetivo de brindar atención médica a personas de bajos recursos económicos.

Durante esta jornada médica cardiovascular, los médicos de ACARDIO realizaron evaluaciones cardiológicas exhaustivas, exámenes de laboratorio y electrocardiogramas, además de proporcionar evaluación nutricional a los pacientes.

El evento se convirtió en un faro de esperanza para una población que enfrenta una aguda falta de especialistas en esta rama médica.

Sonia Solórzano, especialista en cardiología pediátrica y presidenta de la Asociación Hondureña de Cardiología, expresó su preocupación diciendo: "En nuestro país tenemos un déficit terrible en esta especialidad, somos ya más de diez millones de habitantes y la población de cardiólogos en todo el país apenas supera los 100".

Esta lamentable carencia es confirmada por Haroldo López, especialista en medicina interna y cardiología e intensivista, quien señala que hay un cardiólogo por cada 500 mil habitantes.

Los hospitales en Honduras se enfrentan a una urgente necesidad de contar con más personal especializado en cardiología y los recursos necesarios para que puedan realizar su labor de manera adecuada.

La Asociación Hondureña de Cardiología, fundada en 1972, ha desempeñado un papel crucial al llenar este vacío y brindar atención médica a aquellos que de otra manera no tendrían acceso.

Roberto Cosenza, especialista en cardiología e infectología, advierte que "un 90 por ciento de las personas con presión arterial alta no son diagnosticadas o pasan por alto esta enfermedad que es silente".

La pandemia de Covid-19 agravó la situación, ya que muchas personas quedaron con secuelas cardíacas y abandonaron sus tratamientos.

Según los expertos, aproximadamente el 70 por ciento de las enfermedades cardíacas se pueden prevenir con cambios en el estilo de vida, lo que incluye tomar medicamentos para la presión arterial, controlar el estrés, mantener una dieta balanceada y realizar revisiones médicas periódicas con especialistas.

Estas acciones pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte en un país que necesita desesperadamente más atención cardiológica.

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